Después de haber documentado la práctica de la acuicultura en Italia en una investigación previa también recogida por El Salto, la ONG ha viajado en esta ocasión a Grecia, principal país productor de lubinas y doradas para la Unión Europea. Utilizando cámaras ocultas, han filmado problemáticas como altas densidades de población, transmisión de enfermedades, y métodos de matanza dolorosos para los peces.
Según datos de producción acuicultora de la FAO, Grecia es el principal productor europeo de lubina europea y dorada. España es el segundo mercado al que se exportan peces del país heleno, representando en 2018 el 16% de las exportaciones totales de dorada y lubina griegas.
Los investigadores de Essere Animali han realizado visitas encubiertas a tres granjas intensivas de lubina y dorada y una procesadora de peces en el área de Sagiada, al norte de la ciudad de Igoumenitsa. Se trata de un área con alta concentración de instalaciones de acuicultura: en solo 18 km de costa hay 26 granjas.
Con las imágenes obtenidas por Essere Animali, la organización pretende mostrar que el hacinamiento de peces causa la propagación de parásitos y bacterias, que se transmiten de un tanque a otro. También denuncian la administración rutinaria de antibióticos y pesticidas a todos los peces, también a los individuos sanos, ya que viven en contacto directo con individuos enfermos en el mismo tanque.
Según la ONG italiana, los animales viven hacinados en las instalaciones acuícolas: «Las imágenes tomadas en varias granjas muestran densidades de población muy altas. El hacinamiento es una fuente de estrés crónico para los peces y afecta negativamente su salud. La calidad del agua empeora y se promueve la transmisión de enfermedades».
Las lubinas y doradas están encerradas en tanques superpoblados que no les permiten expresar los comportamientos que serían normales en estas especies, pudiendo solo limitarse a nadar en círculos. Se ha documentado la presencia de individuos que pesan 2 kg obligados a pasar hasta cinco o seis años en estos entornos libres de estímulos, cuando lo habitual suele ser que pasen unos 16-18 meses.
La portavoz de Essere Animali, Caterina Pavese, recalca la gravedad de estas condiciones de cautividad debido a que «hoy sabemos que los peces son seres sintientes, sensibles e inteligentes. Y aún así, la realidad de la explotación intensiva de estos individuos en la acuicultura es muy desconocida, y el sufrimiento silencioso de los peces que son reproducidos para consumo humano no está siendo tenido en cuenta».
Estudios científicos como el publicado en la revista Smithsonian en 2018 dan la razón a los argumentos presentados por la organización italiana. La ciencia ha acumulado hoy un nivel suficiente de investigaciones que demuestran que los peces experimentan estrés, miedo y dolor (por ejemplo, ver estudios 1, 2, 3, 4 o 5). Estos individuos poseen nociceptores, que detectan daños potenciales, como altas temperaturas, presión intensa o químicos agresivos.
Los cuerpos de los peces también producen opioides –los analgésicos naturales–, al igual que los mamíferos. Su actividad cerebral ante una lesión es la misma que en los vertebrados terrestres, y su comportamiento indica que experimentan el dolor conscientemente. Estudios científicos como este apuntan a que la acuicultura es «nuestra interacción más perjudicial con los peces» y recomiendan «reducir nuestra dependencia de los peces como fuente primaria de proteína, sobre todo en los países enriquecidos, en los que abundan las alternativas alimentarias.
Pavese apunta que no solo es problemática la forma en la que viven los peces en las piscifactorías; denuncia también sufrimiento a la hora de morir: «En un día a día ya bastante intolerable, la matanza es, sin duda, el momento en que los peces son sometidos a las prácticas más dolorosas e inhumanas». Los investigadores de Essere Animali fueron testigos de la captura de lubinas y doradas aterrorizadas, aleteando en el agua e intentando escapar.
Apiñados unos encima de otros en redes, sin agua, jadean y son aplastados por el peso de los otros peces. En todas las instalaciones visitadas, cuentan las investigadoras, los peces «son arrojados, aún vivos, en contenedores llenos de agua y hielo, donde se retuercen en una agonía interminable». La pérdida de conciencia no es inmediata y sufren durante muchos minutos, antes de congelarse o ahogarse hasta la muerte. «La inmersión en agua y hielo sin aturdimiento previo y efectivo es un procedimiento que causa un sufrimiento injustificado en los peces. Se trata de una práctica de sacrificio inadecuada, que, de acuerdo con el Código de Salud de los Animales Acuáticos de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), tiene como resultado un escaso bienestar de los peces. En consecuencia, su uso constituye una clara violación de las normas internacionales de la OIE», afirman desde la asociación italiana.
Pese a lo doloroso de la práctica, sumergir a peces totalmente conscientes en agua con hielo sigue siendo el método más común para matar a las lubinas, las doradas y otros peces, no solo en Grecia, sino también en otros Estados miembros de la UE, incluida Italia, tal y como se documentó en la investigación previa realizada en las principales piscifactorías del país.
Según el último informe de la FAO, en 2016 la producción mundial de peces alcanzó un máximo histórico de 171 millones de toneladas. De esta, la producción pesquera de captura fue de 90,9 millones de toneladas (de las que 73 millones fueron para consumo humano directo), mientras que la producción acuícola fue de 80 millones de toneladas.
Pese a la importancia de este tipo de explotación, la realidad de los peces que se crían con fines alimentarios es muy ignorada por la sociedad. «Privados de su libertad, expuestos a estresores y sometidos a prácticas crueles, estos animales se encuentran en condiciones críticas en las granjas de peces», explican desde la asociación, denunciando «la ausencia de un marco regulatorio integral y la falta de interés generalizado por su sufrimiento».
La organización está relanzando, con esta investigación, una campaña utilizando las etiquetas #AncheiPesci y #FishToo, dirigida a los principales minoristas para que adopten políticas más estrictas, que protejan a estos animales en sus cadenas de suministro. «Los peces también son criaturas inteligentes, sensibles y sintientes, al mismo nivel que los animales terrestres. Por ello pedimos que se exija a los proveedores que respeten el bienestar y reduzcan drásticamente el sufrimiento de estos animales», concluye la portavoz de la organización.